miércoles, 1 de octubre de 2014

 TODO ES POSIBLE PARA  EL QUE TIENE FE


POR PADRE:   IVAN RODRIGO
                          CARDONA RÍOS



Nos encontramos ante el fenómeno de la pérdida de la fe en Dios  y la vivencia de Él como médico, restaurador y salvador de nuestras vidas; por tal motivo la fe debe hacerse viva cada día en nuestras vidas, es el escenario que nos pone la Iglesia  católica como auténticos cristianos para analizar qué tan profunda es nuestra fe, las razones para creer, la intensidad con la que debemos creer cada día en un Cristo vivo, crucificado y resucitado. Este libro: Todo es posible para el que tiene fe, nos ayudará en nuestra aventura de la fe, la que hemos heredado y recibido de nuestros padres, la antorcha que ilumina nuestro sendero, la que opera signos maravillosos y prodigios en nuestras vidas, ya que todo es posible, con la fe todo se puede superar, todo se puede recibir, todo se puede transformar, ya que es Dios quien lo hace todo nuevo cuando poseemos la fe, madura, viva y eficaz para asumir los sentimientos de Cristo.
El apóstol Pablo nos ayuda a entrar dentro de esta realidad cuando escribe: «con el corazón se cree y con los labios se profesa» (cf. Rm 10, 10). El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo.
Profesar con la boca indica, a su vez, que la fe implica un testimonio y un compromiso público. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él. Y este «estar con él» nos lleva a comprender las razones por las que se cree. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree. La Iglesia en el día de Pentecostés muestra con toda evidencia esta dimensión pública del creer y del anunciar a todos sin temor la propia fe. Es el don del Espíritu Santo el que capacita para la misión y fortalece nuestro testimonio, haciéndolo franco y veraz.
La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor. “La fe es un don sobrenatural de Dios. Para creer, el hombre necesita los auxilios interiores del Espíritu Santo”. (CEC #179). Desde nuestra parroquia he visto como la Iglesia cada día crece en la fe, nuestra parroquia la santa cruz, en San Pedro Sula, se ha ido renovando cada día por la presencia de Cristo y nuestra fe se alimenta en la divina eucarística. Cómo olvidar esas maravillosas horas santas y misas por los enfermos en las que el Señor ha derramado tanta bendición para su pueblo, tantos enfermos que han sido curados, tantas bendiciones que el Señor ha derramado y seguirá derramando a quienes creemos en su eterno poder, misericordia y amor.
"Creer" es un acto humano, consciente y libre, que corresponde a la dignidad de la persona humana. (CEC # 180).  “La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.” (LA PUERTA DE LA FE #166)
Confirmar la fe de los otros creyendo, es el testimonio que debemos transmitir cada día. « ¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.» (Lc. 22, 31-32). Confirmar la fe, porque el mal quiere destruir nuestro vínculo con Dios, debilitar nuestra fe, hasta la incredulidad. Desfallecemos constantemente en la fe cuando le damos poder y autoridad a los problemas y dificultades, a las tentaciones y pruebas, a las enfermedades y perturbaciones del mal. Pero es Jesús quien sigue orando por cada uno de nosotros para que conservemos la fe y perseveremos hasta las últimas consecuencias como testigos del Señor en nuestra familia, en nuestros barrios y parroquia y en todos los ambientes en donde la fe está herida y debilitada por la frialdad espiritual o más a aún, donde el rostro de la fe se ha desfigurado hasta llegar a una creencia subjetiva en cualquier dios.
Cada día es un reto sostenerse en la fe y por ello te invito a no desfallecer sino a fortalecernos mucho más en la presencia de Dios, porque la auténtica fe no desfigura la vida sacramental de la Iglesia católica sino que el auténtico rostro de la fe está enraizada en la vida sacramental y nos lleva  a vivir a plenitud una experiencia maravillosa de Dios. No te rindas ante las propuestas de fe que se te presentan sino que salvaguarda la fe que has heredado de tus padres, porque esa semilla de la fe acompañada de las buenas obras es credibilidad para el mundo. Por esta fe se operan los signos y prodigios en el diario vivir porque el nacimiento en la fe es un nacimiento a la gracia y la oración en fe sanará al enfermo, que ante la duda y la perdida de fuerzas, ven en la fe la mejor y única salida a su enfermedad, porque la oración es escuchada por el Señor.
Por tanto, la fe opera milagros que humanamente no se daría por la ciencia, porque la fe abre un abanico de posibilidades en Dios que es eterno y es el dueño de la vida y la muerte y da la salud a sus hijos. Aunque mucho no lo crean sólo la puerta de la fe es la que hace posible lo imposible.