lunes, 1 de septiembre de 2014


                         
                                    LEVANTATE TU QUE DUERMES
      PADRE :  YENNER  OROZCO GOMEZ 



 

A propósito del tema compartido en el pasado retiro espiritual de Pentecostés "levántate tú que duermes" quisiera compartir algunas ideas que considero importante para tu crecimiento personal y espiritual basado en las Sagradas Escrituras en el texto de Efesios 5,14:

"Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso se dice: Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo"


Ante esta invitación de la Palabra de Dios nos surge esta pregunta: ¿Por qué se dan los estados de muerte? ¿Qué nos ha conllevado a un detrimento de la vida espiritual? ¿Qué nos sucedes que nos volvemos apáticos a los temas espirituales? Existen varios puntos que iluminan nuestras preguntas.

Podíamos decir que nos hemos acostumbrados a Vivir en la oscuridad: de allí surge la Asedia, la Anemia espiritual y se cae en el sin sentido. Se pierden las ganas de vivir, de luchar, de continuar adelante. Podemos dejarnos envolver por los vicios y pecados que nos atan y no nos dejan avanzar y en la vida cristiana se nota en el poco amor a la vida de oración, a la práctica sacramental, al compromiso eclesial y a la pereza de todo lo que signifique búsqueda y encuentro con Dios.

Por eso la Palabra nos invita a romper las ataduras y derribar los muros ya que muchos se acostumbran a llevar una vida sin frutos sin ilusiones. Hoy el Señor te desea rescatar de Egipto como el pueblo de Israel en la esclavitud. Desea llevarte a una tierra prometida en donde puedas gozar de la leche y de la miel.

Levántate de la condición en que te encuentres (Levante: es un imperativo. Una orden. Es un esfuerzo supremo. Que Dios te haga consiente de tu pecado. Levántate para que veas el milagro) acepta tu historia y aprende de ella. Levantarse es recomenzar el camino, es tomar nuevas fuerzas, es emprender un nuevo camino pero de la mano del Señor.



 

¿Cómo levantarme?
Los ojos fijos en El. ( Hb 12,2) (Lc 4,20): una clave interesante para levantarnos de nuestros estados de muerte. Sólo cuando miramos a Jesús, lo contemplamos y lo amamos se renuevan nuestras fuerzas. Es la mirada de Jesús tan profunda y tan llena de vida que nos rescata de las garras de la oscuridad y de la muerte. ¿Que tendrá la mirada de Jesús que cautiva y sana? Su mirada penetrante renueva nuestro ser y nos regresa las ganas de vivir y experimentar la grandeza de su misericordia.
Arrepentimiento (2 Cor 7,10) (Rm 6,23): al reconocer nuestro pecado se revitaliza nuestra existencia y por lo tanto nuestra comunicación con Dios. Al reconocer quienes somos y que nos hace falta, en que hemos fallado y cómo podemos hacer mejor las cosas empezamos a descubrir un resurgimiento espiritual. En una actitud de reconocimiento es cuando el Señor empieza con su amor a vendar nuestras heridas y a levantar nuestros brazos caídos.
Proceso de sanación interior: encontramos en la Biblia diferentes testimonios de hombres y mujeres que fueron tocados por Jesús y por lo tanto transformados por EL. Los procesos de sanación son tan necesarios en la vida cuando hemos descubierto un corazón roto y destrozado. El Señor Jesús es experto en este trabajo en entrar al corazón y cambiarlo completamente. En transformar nuestros momentos de dolor y sufrimientos en espacios de bendición y de paz. Que tanta falta nos hace un encuentro con Jesucristo vivo de ojos abiertos y corazón palpitante que con su amor entre a las profundidades y periferias de nuestro ser.
Tenemos ante nosotros la mayor y más grande invitación: levantarnos y continuar el camino. Es interesante descubrir la capacidad creativa de Dios. Cada acontecimiento de nuestra vida lo aprovecha para enseñarnos su amor y manifestarnos su misericordia.
El deseo de Dios es que permanezcamos en pie de lucha, no mirando nuestros miedos y contemplando nuestros temores. Es clara la invitación, levántate de todo estado de muerte, todo lo que no sea de Dios apártalo de tu camino.
Vale la pena en torno a lo compartido recordar las palabras de Pablo a los Colosenses en el Capítulo 3 en los versos del 3 al 10: Haced morir, pues, todo lo que de terrenal hay en vosotros: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni sea avaro,
que es una forma de idolatría.  Estas cosas, por las que viene el terrible castigo de Dios sobre quienes no le obedecen,  son las que hacíais en vuestra vida pasada. Pero ahora dejad todo eso: el enojo, la pasión, la maldad, los insultos y las palabras indecentes. No os mintáis unos a otros, puesto que ya os habéis librado de vuestra vieja naturaleza y de las cosas que antes hacíais, y os habéis revestido de la nueva naturaleza: la del nuevo hombre, que se va renovando a imagen de Dios, su Creador, para llegar a conocerlo plenamente.

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