martes, 5 de mayo de 2015



ORAR PARA SANAR 
P. IVAN RODRIGO CARDONA R

SIERVO DEL ESPIRITU SANTO




Al silencio (San Gregorio Nacianceno), por tanto la oración se  convierte en el vehículo por donde se transportan todos los sentimientos, peticiones, y gratitudes del ser humano a su creador.
Todo  con la oración y nada sin ella. Todo con la oración porque cuando emprendemos nuevos proyectos, al despertar cada día, al finalizarlo es vital consagrar todo con la oración al Señor, ya que sin ella, todo es vacío, no hay frutos, se pierde la alegría. Un criterio de discernimiento para distinguir un auténtico cristiano es la vida de oración.
Sin oración no se pueden obrar
La oración ferviente nos impulsa a creer que la oración que se hace no se pierde sino que  cumple su cometido, llega hasta el corazón de Dios y es  acogida para satisfacer la necesidad del creyente, más aún, al cristiano que le busque no por amor sino por suplir una necesidad y sin embargo El responde con abundantes bendiciones para sus hijos.
La experiencia de oración se hace más fuerte cuando se convierte en un hábito cotidiano, ya que la esencia del ser humano es ser orante por naturaleza.  La oración del justo tiene mucho poder y podemos experimentar la fuerza de la oración cuando unidos clamamos a Dios por una causa, y allí creyendo en el impacto y la trascendencia de la oración, entramos en contacto directo con El para descubrir su amor y su infinita misericordia y para responder a nuestra súplica confiada.
Orar es elevar un himno de adoración a Dios, y la adoración es elevar un himno los signos y prodigios. Sin oración no hay curación. Por tanto, es importante orar para obtener de Dios la curación. Para alcanzar la sanación interior y física requiere un proceso de oración, al entrar en la escuela de oración, Dios hará su cometido, no lo que nosotros queramos sino lo que Él disponga, claro está que la palabra de Dios expresa: "Pedid y se os dará y el que pide recibe", no en su tiempo sino en el tiempo de Dios, pero también se puede por el poder de una oración hecha en el Espíritu arrebatar esa  bendición de nuestro Padre amoroso. Por tanto, es necesario insistir no tanto en la cantidad de  oración sino en la calidad de la oración.

Puede existir una oración hecha con mucho formalismo con mucha palabrería, diría San Agustín y una oración realizada por la unción del Espíritu, llena de amor, de fervor. Como maestros en la oración debemos cada día entrar en la dinámica de la oración profunda, inspirada por el Espíritu y dirigida por El al Padre. Porque una oración en fe tiene efecto, para que Dios  conceda a sus hijos sus gracias. "Haz del Señor tu delicia y El hará lo que pide tu corazón".

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